Nuestras mascotas no hablan y, por ello, no pueden contarnos qué les duele, si se sienten mejor o peor. Así, los cuidadores, las personas que convivimos con los animales, debemos ser capaces de detectar los cambios. Unos cambios que muchas veces son sutiles y que se producen cuando algo no va bien en nuestros animales.
La medicina veterinaria se ha comparado, en ocasiones, con la pediatría en la medicina humana. Y es que los pacientes de ambas disciplinas no son capaces de comunicar lo que están padeciendo como haría un ser humano adulto. Por lo tanto, al igual que son los padres de las criaturas quienes intentan transmitir al profesional médico las dolencias de su retoño, son los cuidadores de las mascotas quienes se comunican con el veterinario.
Como se puede imaginar, en este traspaso de información entre el cuidador y el veterinario se puede perder valiosa información ya sea por desconocimiento del responsable de la mascota o por una incorrecta interpretación de lo que está ocurriendo. Los veterinarios contamos con este factor y, por ello, encaminamos las preguntas de nuestra anamnesis a determinados cambios, que pueden resultar irrelevantes para el cuidador, pero que nos ofrecen unos puntos clave a partir de los cuales comenzar nuestra sospecha diagnóstica.
Detalles a tener en cuenta
Algunas preguntas que nunca deben faltar en una correcta anamensis al cuidador de una mascota son:
– ¿Come menos/más? ¿Tiene apetito caprichoso (el animal sigue comiendo pero hay que cambiar con frecuencia el tipo de alimento para seguir manteniendo el interés del animal por la comida)?
– ¿Cree que su animal está bebiendo más agua de la habitual? Si es así, ¿cuánta agua bebe a lo largo de un día?
– ¿Cree que ha perdido peso?
– ¿Cómo son las heces?
– ¿El animal vomita?
– ¿Duerme más/menos?
– ¿Lo nota menos/más activo?
– ¿Presenta toses, estornudos,…?
– ¿Se rasca alguna zona del cuerpo?
– ¿Le nota más caliente de lo habitual?
– ¿Ha notado un aumento de las vocalizaciones?
Este es un pequeño ejemplo de lo que puede preguntarle el veterinario una vez lleve a su animal a consulta. Para ello, además de observar con detenimiento a su animal, es posible que lleve una serie de “deberes” hechos de casa para agilizar el procedimiento diagnóstico de su mascota, o al menos acotar el número de posibles causas.
Consejos previos a acudir al veterinario
Por ejemplo, algunas de las cosas que puede hacer antes de llevar a su animal a consulta son:
– Determinar el volumen de agua que bebe el animal a lo largo del día. Se recomienda rellenar los bebederos con el agua de una botella a lo largo de 24 horas para valorar al final del día cuánta agua puede quedar aproximadamente en la botella (se puede incluso pesar el agua sobrante para determinar el agua que ha bebido).
– Tomar la temperatura con el animal en reposo en casa ya que a veces en consulta puede salir falsamente aumentada por el estrés del transporte y el manejo. La temperatura la valoramos con ayuda de un termómetro por vía rectal. Es interesante contar en casa con un termómetro de uso exclusivo para la mascota.
– En determinados tipos de patologías, especialmente las cardiacas, es importante monitorizar la frecuencia respiratoria en reposo. Es decir, el número de veces que respira el animal a lo largo de un minuto. Para ello es necesario que el animal esté completamente relajado e incluso, mejor, dormido. Entonces contaremos el número de veces que sube (o baja) el tórax a lo lo largo de 60 segundos.
– Si ha detectado que la calidad de las heces ha cambiado puede coger una muestra para un primer análisis, aunque sea macroscópico, por parte del veterinario. Si el veterinario lo considera oportuno le pedirá que recoja las heces de tres días consecutivos para realizar sobre ellas un análisis coprológico para valorar la presencia de parásitos en éstas.
– Lo mismo puede hacer si nota que ha cambiado la apariencia y/o el olor de la orina. En el caso de los perros puede tomar una muestra en un tubo de recogida. Para la recogida de orina de gatos existe un sustrato no absorbente para el arenero para poder recoger la muestra facilmente.
– Si ha visto a su animal ingerir algún tipo de tóxico del que tiene el envase, resulta de gran ayuda que se lo facilite al veterinario para poder conocer con exactitud el tipo de tóxico con el que ha podido entrar en contacto la mascota.
Por lo tanto, es muy importante observar a nuestros animales para poder detectar de forma precoz que algo no va bien. Generalmente, cuanto antes llega un animal a consulta y cuantos más datos es capaz de ofrecer el propietario, resulta más sencillo enfocar el protocolo diagnóstico lo cual reduna en un mayor éxito en el manejo del caso.